Mi columna en Univision… ¡léela! Why did I want to publish a piece in the largest Spanish language news source? Because "this country is changing, demographics are changing. It's a young country that doesn't just tolerate, but embraces other cultures," in the words of my wise best friend and editor-in-chief, Cristina.
‘Un país donde se disuade a una mujer joven de que busque ser electa a una posición política solo porque es joven o porque es mujer, no es uno donde yo quiero vivir’.
Nunca quise ser política. Soy activista, educadora, emprendedora social; una ciudadana comprometida con la acción ambientalista, la salud pública y la justicia igualitaria.
Las actividades de organización comunitaria están impresas en mi ADN, cultivadas por un escuadrón de gente de Marin County, California, que sabe lo que significa poner manos a la obra. Cuando se reveló que Marin — a pesar de su belleza natural sin igual, su alta concentración de granjas orgánicas y tierras protegidas — tenía las tasas más altas de cáncer de seno, próstata y melanoma en el mundo, mi mamá saltó a la acción.
Desde niña, la observé orquestar expertamente su primera campaña para juntar a un ejército de activistas, una capacidad convincente para contar historias, y datos científicos sólidos. La pregunta estaba clara: ¿por qué se habían disparado las tasas de cáncer?
¿Por qué? “Porque” llega a la raíz de los problemas, más que dirigirse a los síntomas, que pueden costar más, ser más peligrosos, y de corto plazo. ¿Por qué, entonces, estoy lanzando mi candidatura ahora?
Las políticas públicas fallidas nos están afectando a todos, mientras el miedo y la hostilidad han permeado nuestra política. No puedo seguir viendo cómo el obstruccionismo partidista amenaza con robarnos nuestro futuro y el de otras comunidades en el país. Necesitamos reformas de sentido común; y las necesitamos en masa, y para ayer. El agua potable es un derecho humano. Las mujeres agregan valor en nuestra sociedad. Las enfermedades mentales existen. Las vidas afroamericanas importan. El cuidado de salud accesible ayuda a las familias. La educación puede ser un motor económico.
Ya es hora de cumplir con la promesa de mi generación.
En medio de un cambio demográfico masivo y sumergidos en una cultura de innovación, los nativos digitales de mi generación estamos levantándonos, aspirando a posiciones de liderazgo, dándole forma a normas sociales y revolucionando cada vertical; desde los medios hasta la agricultura hasta la infraestructura, ninguna industria se resistirá a la influencia de los avances tecnológicos. La mayoría crea nuevos modelos de negocios o lideran innovadores esquemas de trabajo sin fines de lucro para efectuar cambios positivos, de manera deliberada evadiendo la arena política.
Además de contribuir con energía y pasión, hacemos preguntas diferentes y priorizamos soluciones colaborativas. No nos asusta el fracaso, ni nos debemos a intereses especiales, ni estamos acomodados en el statu quo: nos apropiamos del momento para tomar riesgos informados ; aportamos un enorme rango de experiencia, capacidades diversas, y perspectivas frescas y detalladas.
Busco redefinir el compromiso cívico, revigorizar la cultura del servicio público y expandir la definición de quiénes pueden ser políticos, e infundir con significado el mero acto de ser candidata. Podrán tildarme de loca, pero yo todavía creo en el gobierno como institución. Tenemos el conocimiento y las herramientas para darle forma a un futuro del que podemos estar orgullosos, en términos de salud global y ambiental, de aprendizaje y trabajo, y los derechos humanos, en casa como en el extranjero, no pueden esperar.
No es suficiente mitigar los daños de más degradación ambiental; debemos emplear tecnologías nuevas y existentes para revertir los daños, planificar para los incrementales desastres naturales influenciados por el cambio climático, y asegurar una administración sostenible de los recursos, el consumo responsable, y negocios que generen valor en niveles financieros, ecológicos y sociales.
Sin medio ambiente, no hay justicia. Todos merecemos respirar aire puro y tomar agua limpia, y deberíamos poder confiar en que nuestros líderes defenderán estos derechos. Nuestra salud y seguridad están atadas a nuestro planeta, y nos beneficiamos o pagamos el precio del mal manejo y destrucción de los bienes comunes.
No es suficiente denunciar nuestro sistema educativo actual; necesitamos un acercamiento nuevo y dinámico al aprendizaje y al trabajo. Los esquemas anticuados de las escuelas y los trabajos han fallado ante el panorama cambiante de hoy. Estudiantes de todas las edades necesitan acceso a material educativo relevante y fluido que fomente la creatividad, imparta capacidades transferibles y promueva el emprendedurismo.
Las deudas sofocantes limitan el crecimiento y obstaculizan la independencia, además de agobiar a las familias. La condonación de deudas para los ciudadanos trabajadores es escencial, como lo es el entrenamiento remedial para permitir giros en la carrera profesional cuando los empleos actuales desaparecen.
Antes la gente recibía una educación para ganarse la vida; ahora luchan por ganarse la vida para pagar deudas educativas. La educación no es solo el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo, es también la base para el crecimiento personal y global, la prosperidad, y el progreso. Debemos preparar a nuestra gente para los empleos del futuro y solidificar el acceso a los empleos con ingresos justos.
No es suficiente lamentar la falta de inclusión o el desequilibrio en accesos; cuando todos los segmentos de la población reciben igualdad de oportunidades e impulso para desarrollar habilidades competitivas, eso se traduce en una oportunidad real para el éxito y la posibilidad de contribuir.
La discriminación basada en el género, la raza, la religión o la etnicidad debe parar. Voces femeninas progresistas equivalen a políticas públicas progresistas en igualdad salarial, cuidado de los hijos, y salud reproductiva, así como inmigración, justicia criminal, control de armas y política exterior. Empoderar a las mujeres y a las niñas, respetar a las comunidades sin representación, y luchar por reducir la desigualdad no es una opción, es un imperativo moral con impactos duraderos y positivos.
La conscientización ambiental ilumina la interdependencia para informar la toma de decisiones; el conocimiento permite sistemas, instituciones y calidad de vida mejorados; y las perspectivas únicas ofrecen marcos de referencia más amplios para mejorar nuestras políticas públicas y nuestro tejido cultural.
Creo que nuestra democracia debería ser representativa; pero, el 51% de nuestra población son mujeres y el 35% tiene menos de 30 años; y, a pesar de eso, NUNCA ha habido una mujer menor de 30 años en el Congreso de los Estados Unidos.
Necesitamos diversidad y representación en nuestra democracia, gente que tenga el coraje de retar al convencionalismo y al establishment con nuevas ideas, energía, e integridad. La participación de los millennials y las mujeres cambiará a esta nación.
Pensadores progresistas están empleando prácticas disruptivas de manera intencional. Las voces históricamente marginadas se están levantando en unísono. La demografía electoral más grande del presente no se detendrá hasta ver cambios. La persona más capacitada no es necesariamente un hombre mayor y blanco; eso no debería de ser el modo automático, pues joven no significa menos capaz de pensamiento crítico.
Nuestra Constitución fue escrita por personas sin grandes logros, individuos como ustedes y yo, que compartían una visión. Mi generación está mejor conectada, mejor informada, y más abierta al debate que nunca; todo lo que lleva hacia soluciones más fuertes y prácticas.
Al aprovechar el poder de la innovación, el espíritu emprendedor y la colaboración transversal, nuestro mundo puede ser más justo, conectado y equitativo; nuestros negocios más competitivos, prósperos y abiertos; nuestra infraestructura más amigable al medio ambiente, capaz y duradera; nuestro gobierno más efectivo, eficiente, y transparente.
Un país donde se disuade a una mujer joven de que busque ser electa a una posición política solo porque es joven o porque es mujer, no es uno donde yo quiero vivir. Que seamos verdaderamente por la gente (representativos del electorado), de la gente (rindiendo cuentas siempre, no solo en época electoral), y para la gente (no para cabilderos o donantes), donde todos se sientan motivados a agregar valor a la sociedad lanzándose como candidatos y sirviendo.
Si escuchara a los pragmáticos, jamás habría dado este paso, especialmente a los 24 años. No tengo decenas de miles de dólares en el banco ni fortunas familiares, no he pasado décadas dedicada a los negocios o a las leyes, no me autoedito ni publico una vida pristína de una vida conservadora, y nunca fui presidente de ninguna organización política juvenil. Pero la negatividad no es un elemento de esta campaña, como tampoco lo es ninguna sensación de merecer las cosas porque sí.
El cambio no vendrá por inevitabilidad como tan sabiamente nos dijo Martin Luther King Jr. Si queremos construir un nuevo paradigma, necesitamos gente que sea valiente y activamente escoja el camino menos transitado, pero uno rico en posibilidades. Piensen: ¿cómo podemos crear un país de unión, inclusión, y amor, en lugar de mandar un mensaje de división, odio, y miedo? ¿Cómo elevamos el discurso? ¿Cómo podemos impulsar reformas políticas reales que transformen el día a día?
Había una vez una niña que nació en el Norte de California. Sus papás, de diferentes creencias religiosas, se divorciaron cuando apenas tenía un año pero permanecieron comprometidos con su única hija, cada uno trabajando múltiples empleos para proveerle comida saludable y una casa segura, las prioridades de tantos padres de familia a través de los Estados Unidos. Con la ayuda de becas, fue a escuelas que la retaron a que pensara de manera crítica y a que soñara.
Llegó a fundar una organización sin fines de lucro, a enfocarse en la juventud y en el medio ambiente, a luchar por la equidad y mayor acceso, a abogar por la importancia de la humanidad y la dignidad, a trabajar en zonas de desastre y conflicto, a presionar a las corporaciones para que tuvieran mejores prácticas, y a ganar experiencias valiosísimas en docenas de naciones alrededor del mundo.
Una ciudadana informada que se ha formado su propio camino poco convencional, ahora regresa a casa a tomar responsabilidad por su rincón del mundo. Hace pocas semanas dí un discurso en mi tierra en el norte de California, en el que la frase principal era, “¿si no es en Marin, dónde?” Mis alrededores han formado de manera fundamental mi identidad personal, mi carrera, y mis valores; la región es conocida en todo el mundo por ser una incubadora, un catalizador, una región pionera. Hoy, estoy anunciando mi candidatura al Congreso de los Estados Unidos para representar al Distrito 2 de California.
Esto se trata de propósitos, no de posiciones; y he dedicado mi vida al diálogo cívico y a la acción, un fervor que no cesaré.
Creo que la autoridad moral puede pesar más que la autoridad formal, puesto que uno debería ganarse el respeto y la confianza a partir de la experticia, la integridad y el buen criterio —con base en conducta e historial— en lugar de asumir o simplemente adquirir un título. Pero cuando demasiados de nosotros estamos siendo ignorados, excluídos y discriminados, es nuestro momento no solo de mobilizarnos en las calles de nuestras ciudades, sino también en Washington.
Esto se trata de la gente, pues no hay nada que nosotros, como ciudadanos comprometidos, no podamos lograr juntos. ¿No es eso emocionante? Me siento honrada de embarcarme en este nuevo capítulo de servicio, de aprender de la gente y compartir con la gente, y cocrear mensajes con relevancia y accesibilidad que además, sean operativos. Los problemas que tenemos importan; y espero poder ganarme sus votos, mientras nos unimos para cumplirles a aquellos que han venido antes que nosotros, los que caminan con nosotros y los que vendrán, en el norte de California y más allá.
Tengo fe en la humanidad. Y confío en el poder de la comunidad. Y mantengo la esperanza en la promesa de nuestra generación y nuestra nación.
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